Recientemente el CMSN ha estado
explorando los rincones de una de las islas más sorprendentes del Océano Atlántico,
São Miguel. La isla de S. Miguel pertenece al archipiélago de las Azores
(Portugal), y forma parte de la Macaronesia junto a Canarias, Cabo Verde,
Madeira e Islas Salvajes. El término Macaronesia tiene origen griego y
significa "islas afortunadas", la morada del extremo Occidental del
mundo de los héroes difuntos según la mitología, ¡y no les faltaba razón!.
La isla se compone de un antiguo
macizo en el extremo este y de tres estratovolcanes: Sete Cidades, Fogo y
Furnas. Estos macizos volcánicos están unidos entre ellos por alineamientos
recientes de conos de escorias. El estratovolcán de Sete Cidades es conocido
sobre todo por su gran caldera de 5 km de diámetro, y las lagunas de su
interior (Lagoa Verde al sur y Lagoa Azul al norte).
El estratovolcán de Fogo
ocupa el centro de la isla, con una caldera de unos 3 km de diámetro, mientras
que el tercer estratovolcán es el de Furnas, que ha conocido dos erupciones en
época histórica, en 1440 y 1630, y donde se cocina el famoso cocido de Furnas.
Es super curioso porque los cocineros de Furnas llevan los ingredientes hasta
la zona de los géisers para meter la olla bajo tierra y aprovechar el calor
natural que emana de esta zona volcánica. Al cabo de unas horas de lenta cocción se obtiene el manjar...
Por supuesto, el componente gastronómico es una parte fundamental de las
expediciones del Club, y por ello nos metimos una bandeja de cocido de Furnas entre pecho
y espalda, ¡y también dimos cuenta de las sabrosísimas piñas que se cultivan
exclusivamente en S. Miguel! Y qué decir de las queijadas y los pasteles de
nata…¡¡¡¡¡ummmm!!!!! Y ese bacalao...¡¡¡ai omaaa, si es que siempre les sale en su punto!!!
La isla es un pequeño paraíso
para el senderismo, pues presenta numerosas sendas y rutas por las que ir
descubriendo sin prisas sus valles, colinas, volcanes, lagos, acantilados, playas de arena negra, pueblos, géisers, ¡y hasta termas! La isla es que tiene de todo, por eso es una
gozada.
También producen té. ¡Sí sí, té! Y
eso que estamos a miles de kilómetros de la India o China. El cultivo de la
planta del té comenzó a finales del s. XIX cuando tras la pérdida de varias
cosechas de patata, la población comenzó a experimentar con nuevos cultivos, y
entre otras semillas, llegaron las de la planta del té. Y resulta que fue todo
un éxito, de hecho se llegaron a desarrollar más de 80 empresas y sus
respectivas plantaciones, de las cuales hoy día sólo quedan dos, siendo muy
recomendable la visita a alguna de ellas (¡nosotros visitamos Cha Gorreana y
nos encantó!).