El día escogido para nuestra nueva expedición a Sierra Nevada fue el
menos adecuado cuando se ha de madrugar, y es que perdíamos una hora de sueño
por el cambio de horario. Pero la montaña no espera y partimos de Benalmádena a
las 6 de la mañana. Después de poco más de dos horitas llegamos al inicio de ruta
en el aparcamiento de la Hoya de la Mora, donde ingerimos algunas grasas muy
saturadas para combatir el helado viento que batía sobre el coche.
El
termómetro bajaba de cero y la ventisca hizo toda una aventura el equiparnos
para la ascensión (¡tardamos más de media hora en ponernos las botas y polainas!).
Eso sí, el día amaneció muy soleado y con pocas nubes a la vista. Arrancamos
buscando la pista que sube a Borreguiles con el viento azotándonos y amenazando
con hacernos besar el suelo o salir volando. La nieve era más escasa de lo que
esperamos pero tras media hora el hielo hizo que nos pusiéramos los crampones.
Pasamos
rápido por Borreguiles (la parte más fea de la ruta por la masificación de la
estación de esquí), bordeamos la gran antena que vigila toda la estación por su
lado norte y bajamos a los Prados Virgen de la Ermita para encontrarnos frente
a nosotros nuestra meta, “el tozal del Cartujo”. A los pies de nuestra cima
paramos a degustar una proteica comida y aprovechamos para proteger nuestra
poca piel expuesta y desprendernos de algo de ropa ya que el Lorenzo apretaba.
Aquí comienza la verdadera montaña, fuera ya de las pistas de esquí y con
paredes con desniveles que quitan el hipo. El viento nos dio una tregua durante
la subida aunque por el camino, en una maniobra un tanto arriesgada para la
toma de las fotografías que ilustran este reportaje, un guante decidió volver a
la base y un miembro del equipo de alpinistas (Jorge alias el sheriff) tuvo que bajar a recogerlo para volver a subir más
de 100 m (aquí es donde las grasas industriales polisaturadas del desayuno
hicieron su función).
Después de esta dura sección, el terreno perdió
ligeramente algo de pendiente, y con la mirada puesta en el hito de la cima
llegamos hasta los 3200 m de altitud que coronan el tozuelo del Cartujo, entre
los Tajos de la Virgen y del Nevero, cerca del refugio Elorrieta. La emoción
hizo que descorcháramos la botella de agua y diéramos rienda suelta al chorizo
y las mandarinas, descansando lo justo en una terraza casi vertical con unas
vistas de vértigo. La bajada a los prados fue lenta y con cautela, puesto que fue
más directa y expuesta, pero en 40 minutos estábamos ya camino del observatorio
para enlazar con las pistas hacia Borreguiles.
El viento volvió a acompañarnos
en el regreso al parking-base, donde al llegar pudimos degustar una tortilla semi-congelada
pero muy rica, de las que el sheriff suele preparar en las expediciones. Y así
acaba la temporada de Invierno del CMSN; ¡habrá que ver qué nos trae la
primavera!