jueves, 19 de enero de 2017

LOS CONFINES DEL MUNDO – Isla de São Miguel

Recientemente el CMSN ha estado explorando los rincones de una de las islas más sorprendentes del Océano Atlántico, São Miguel. La isla de S. Miguel pertenece al archipiélago de las Azores (Portugal), y forma parte de la Macaronesia junto a Canarias, Cabo Verde, Madeira e Islas Salvajes. El término Macaronesia tiene origen griego y significa "islas afortunadas", la morada del extremo Occidental del mundo de los héroes difuntos según la mitología, ¡y no les faltaba razón!.





São Miguel es la mayor isla del archipiélago de las Azores (65 km de largo y entre 8 y 16 km de ancho) y también la más importante. Lo primero que llama la atención de São Miguel es su verdor, no obstante a la isla se le conoce también como la “isla verde”.





La isla se compone de un antiguo macizo en el extremo este y de tres estratovolcanes: Sete Cidades, Fogo y Furnas. Estos macizos volcánicos están unidos entre ellos por alineamientos recientes de conos de escorias. El estratovolcán de Sete Cidades es conocido sobre todo por su gran caldera de 5 km de diámetro, y las lagunas de su interior (Lagoa Verde al sur y Lagoa Azul al norte).







El estratovolcán de Fogo ocupa el centro de la isla, con una caldera de unos 3 km de diámetro, mientras que el tercer estratovolcán es el de Furnas, que ha conocido dos erupciones en época histórica, en 1440 y 1630, y donde se cocina el famoso cocido de Furnas.



Es super curioso porque los cocineros de Furnas llevan los ingredientes hasta la zona de los géisers para meter la olla bajo tierra y aprovechar el calor natural que emana de esta zona volcánica. Al cabo de unas horas de lenta cocción se obtiene el manjar...











Por supuesto, el componente gastronómico es una parte fundamental de las expediciones del Club, y por ello nos metimos una bandeja de cocido de Furnas entre pecho y espalda, ¡y también dimos cuenta de las sabrosísimas piñas que se cultivan exclusivamente en S. Miguel! Y qué decir de las queijadas y los pasteles de nata…¡¡¡¡¡ummmm!!!!! Y ese bacalao...¡¡¡ai omaaa, si es que siempre les sale en su punto!!!






La isla es un pequeño paraíso para el senderismo, pues presenta numerosas sendas y rutas por las que ir descubriendo sin prisas sus valles, colinas, volcanes, lagos, acantilados, playas de arena negra, pueblos, géisers, ¡y hasta termas! La isla es que tiene de todo, por eso es una gozada.













Varios senderos cruzan las calderas de los volcanes y bajan hasta el nivel de los lagos interiores, descubriendo a su paso grandes bosques de cedro japonés. Sorprende la gran cantidad de vacas que hay en la isla, dándole un aspecto muy alpino pues siempre andan por pastos con cedros de fondo, y es que sus fértiles tierras producen cereales, vino y fruta, y alimentan al ganado bovino, uno de los principales recursos de la isla.




También producen té. ¡Sí sí, té! Y eso que estamos a miles de kilómetros de la India o China. El cultivo de la planta del té comenzó a finales del s. XIX cuando tras la pérdida de varias cosechas de patata, la población comenzó a experimentar con nuevos cultivos, y entre otras semillas, llegaron las de la planta del té. Y resulta que fue todo un éxito, de hecho se llegaron a desarrollar más de 80 empresas y sus respectivas plantaciones, de las cuales hoy día sólo quedan dos, siendo muy recomendable la visita a alguna de ellas (¡nosotros visitamos Cha Gorreana y nos encantó!).